martes, 8 de diciembre de 2009

La insoportable Ana (1ª parte): pánico en la escalera.

Tantas experiencias de los últimos días tienen que ser contadas poco a poco. Mi hermana mayor (pero que a veces se hace pasar por la pequeña) llegó a Londres el miércoles pasado. Era la primera vez que cogía un avión, la primera vez que visitaba un país extranjero y, por tanto, la primera vez que visitaba esta húmeda ciudad.

Para hacer honor a su fama, la ciudad gris la recibió con una intensa lluvia que no ha dejado de perseguirnos ni un solo día. Al llegar a Liverpool Street decidí que lo mejor era conseguir una tarjeta de viaje de 7 días para poder coger el metro tanto como quisiéramos. Todo el mundo quiere montar en el metro de Londres, no se porqué tiene tanta fama, pero a mi hermana le alerté de que era una mierda comparado con el de Madrid: los trasbordos son terribles y las líneas se bifurcan en varios caminos y además hay una escaleras eléctricas interminables.

A pesar de todo eso creí que no habría problemas en montar en el famoso underground, pero lo hubo. Resulta que mi hermana no tiene otra cosa a la que tenerle vértigo que a las escaleras mecánicas del metro de Londres…

Pasó todo el tramo rezando para que “acabaran pronto” y me dijo que lo sentía mucho pero no iba a volver a montar en metro. Así que entre la lluvia y mi incultura sobre autobuses en Londres hemos perdido mucho tiempo y andar corriendo siempre de un lado a otro, pero, al menso por mi parte, ha estado genial. Ya necesitaba una cara cercana compartiendo momentos por Londres conmigo.

La segunda tortura a la que sometí a mi hermana fue el típico desayuno inglés, seguido de lluvia y fotos con fondo gris y paraguas. A medio día le tocó probar “fish & chips” y “jacket potato”. Hicimos las visitas más típicas: la Abadía de Westminster, la sede del Parlamento y el Big Ben, Trafalgar Square, Picadilly y el palacio de Buckingham (este de noche), además de la National Gallery.

La visita acabó en mi barrio con los pies empapados y con mi brillante idea de fumarnos una shisha. Parece que mi hermana prefiere dejarse los pulmones negros la nicotina de sus cigarros. Casi me fumé la shisha entera (y eso que se supone que es para 4 personas) con sabor a melón, en pleno Candem Lock y con mi hermana mirándome angustiada cada vez que absorvía. Ella decía que no le sabía a nada, por lo que, además de las escaleras, esto supuso un nuevo trauma en el día.

Por si fuera poco, al llegar a casa y abrir el correo me encuentro con la oferta de una familia italo-canadiense que vive en Tailandia y que buscan una au pair española dispuesta a pasar con ellos 2 años. Es la oferta más tentadora que alguien pude recibir pero no ha llegado en el momento adecuado.

Necesito venderle el alma al diablo o algo así a cambio de que me rejuvenezca a la Mariana 20 años y entonces me podría ir tranquilamente a Tailandia dos años, o más, e intentar hacer allí el doctorado. O alguien podría inventar un medio de transporte que me permitiera ir a casa en poco tiempo y por un precio asequible periódicamente, desde Bangkok.

Escucho: Standby (Extremoduro)

3 comentarios:

  1. Eve!!
    No sabía que tenías blog, a partir de ahora me uno como seguidora de tus aventuras londinenses!
    Todo bien? Disfruta mucho
    Un besin grande
    rebe

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  2. Ya fui para atrás, jejeje.
    Ya te vale tía, ahora todo el mundo sabe que soy "un poquito insoportable", ten hermanas pa estoooo!!!
    El desayuno, salvo las judias y la salchicha digamos que way. Lo de la shisha, a mi no me gusto absorver, pero me rei un rato largo viéndote a ti y esa imagen también la guardo en el recuerdo como algo muy divertido verte intentando hacer oes con el humo.
    Ahora lo de las escaleras del metro, eso si que fue una tortura y no sabes tu cuanto. Manda huevos lo mal que se pasa bajando esas escaleras joder.

    Ale otro besote grandote.

    Ana

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  3. Perdón por lo de "way" quise decir guay, estaba pensando en que canción de Robbie Williams le ponía al video y se me mezclo el "My way" con el "guay". Luego me he acordado del guia irlandes, al menos volví a sonreir.

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