Lo primero que viene a mi cabeza cuando enciendo el ordenado es “¿por qué apenas tengo noticias de la gente en España?” y la segunda es: “¿cuánta gente lee esto?” “¿merece la pena escribir?” “¿a cuánta gente le importa lo que me pasa por aquí?”. Mucha gente me escribe y me dice “Eve, ¿qué tal?” y es en ese momento cuando pienso, “si no sabes qué tal estoy es por que no quieres”.
Lo único que recibo son cadenas estúpidas (algunas interesantes, sí, pero seguro que la mejores las borro sin leerlas porque son demasiadas) e infinidad de eventos, la mayoría sin sentido y casi siempre de las mismas personas que parecen tener una vida social muy aburrida. Siempre hay excepciones, por supuesto.
Después de pensar esto, me siento muy egoísta porque yo hago este blog porque quiero, pero nadie tiene que leerlo, nadie va a ser más amigo mío por hacerlo, pero la verdad es que ayuda. A veces necesito saber que más de 2 personas lo hacen. Simplemente por sentirse querida, nada más.
Escribo porque me gusta, porque lo necesito, porque suele ser la mejor forma de expresar lo que siento. Pero cuando uno escribe también espera que lo lean. Cuándo alguien de mi entorno me lee siento que se preocupa por mí y es por esta razón por la que me siento tan perdida cuando alguien me dice “cuéntame algo, que no se nada de ti”.
Por otro lado, me toca entender el mundo en que vivimos. Estamos siempre ocupados, nunca nos da tiempo a hacer todo lo que queremos. También es muy egoísta por mi parte no enviar mensajes personalizados a la gente a la que quiero pero, como he dicho al principio, hoy me toca ser sincera y, es cierto, descuido mucho el contacto diario con la gente pero, tal vez, la gente también descuida el contacto diario conmigo.
Quizás hoy tengo el día sincero, pero también lo tengo egoísta y supongo que a todos nos pasa de vez en cuando.
En fin, corramos un tupido velo y volvamos a lo de siempre, a describir con palabras, a mi manera, la vida londinense.
Esto es un caos. Afortunadamente, los problemas que me encuentro se van resolviendo solos y después de dos días de caos parece que he resuelto un problema con la fecha de mi examen del IELTS. Finalmente será el día 12 (si no surgen nuevos problemas, claro) y esto conlleva más dudas en mi vida. Ahora, ¿qué hago en la última semana? ¿Doy clases o no? Porque ya no voy a tener examen…
La mejor forma de practicar un poco el idioma sigue siendo mi antigua casa. Hoy he hecho dos pequeñas tortillas de patatas (toda una juerga en la cocina con conversaciones vía webcam incluidas) y he comprado chorizo y pan. Todo era para una “cena internacional” en la casa de Lino. Hemos comido como cerdos y he probado de todo, hasta nocilla con queso que era muy típico para algunos. Genial. Estos encuentro siempre son geniales, muy al estilo “Erasmus”, supongo.
La principal duda que sigue en mi cabeza es “qué hacer en Enero”.
Aunque parezca mentira vine aquí con la mente puesta en la Mariana. Sí, esa viejecita que dice que me parió hace 23 años. Aunque parezca todo lo contrario y aunque nunca lo demuestre, siempre la tengo en mente.
Estuve en Londres hace dos años y, en aquellos días le dije a una chica de Córdoba (Sensi): me gustaría que mi madre viera esta ciudad. Estábamos andando por Nothing Hill y creo que desde entonces no he dejado de pensar en mis propias palabras.
Vine a Londres no solo con la esperanza de aprender inglés y vivir la experiencia, también pensando que era la única forma de hacer que la Mariana viniera aquí. Sí pensaba que era la única forma de verme en mucho tiempo vendría y conocería algo nuevo y algo que, sin duda, le iba a gustar. Pasaría horas contándole a todo el mundo anécdotas sobre el viaje…
Pero la Mariana de hoy no es la Mariana de hace dos años ni, mucho menos, la Mariana de hace 5. Por muy triste que sea, me toca reconocer que es tarde. Quizás yo no sea la culpable. Quizás yo también llegué tarde al mundo para hacer algo. Es posible que no me tenga que sentir derrotada, pero sí que lo siento. Llegué tarde. No voy a convencer a mi madre de que se ponga una camisa blanca, de que se suelte la coleta, se tiña las canas y cambie la forma de vestir por algo más “juvenil”.
Eso no lo va a hacer simplemente porque “no le da la gana”. Creo que, en cierto modo, dejaría de ser “la Mariana” si lo hiciera y, por eso, no me preocupa.
Pero no creo que venga a Londres. Llevo dos noches intentado asimilar, de una vez, que no va a venir. Y lo peor de todo, es que hace tiempo que dejo de ser capaz de enseñarme la senda que lleva a Priego. Hace tiempo que ella no puede seguir mis pasos y no al revés, como pasaba hace unos años. No creo que hagamos juntas el camino de Santiago…
Así que tengo que intentar asimilar de una vez que todo lo que tenga que ver con desplazarse o, mejor dicho, andar, no puede ser…
Y entonces, ¿qué hago aquí? ¿Debería irme a otro sitio en enero? ¿a alguna parte donde, seguro, aprenderé más inglés?
Precisamente hoy me han dicho que si me gustaría irme de au pair a Estados Unidos…
Claro que sí pero, ¿se puede venir la Mariana conmigo?
Escucho: Bodies (Robbie Williams)